domingo, 9 de marzo de 2014

Argentina-Segunda parte

Capítulo 2

Argentina Segunda parte

Un mes después de mi llegada, había conseguido un buen puesto de trabajo en un reconocido bufet de abogados,  conseguí alquilar un sencillo pero acogedor departamento a un buen precio, y la maestría iba en camino.
Era sábado y me encontraba tirado en el sillón de la sala viendo las noticias en la pantalla plana y comiendo un tazón de cereal con leche, lo que también contaría como almuerzo ya que mi reloj marcaba las 12 am.
Sonó el teléfono, estiré el brazo para alcanzarlo.
― Diga―.Pronuncié.
―Benjamín, hermano. ¿Cómo estás? Nos tienes muy abandonados.― El inconfundible acento puertorriqueño indicaba que se trataba de Boris.
― Hola, Boris. Entre el trabajo y la maestría, no me queda mucho tiempo―. Me excusé.
― Te disculparé. Solo si aceptas mi invitación y esta noche vienes a visitar mi club―. Desde hace bastante tiempo que tenía la idea de abrir un club y me alegraba que al fin lo haya hecho.
― Pues claro que allí estaré―. Acepté,  entusiasmado por hacer algo distinto este sábado, sin apuntes y sin largas monografías por realizar o mirando películas solo. 
Esa noche, me coloqué mi mejor atuendo y me dirigí al club de mi amigo.
Era un ambiente bonito. A primera vista parecía una especie de depósito abandonado, que habían restaurado dando como resultado un agradable club de noche.
Las paredes eran de un color violeta  con mesas y sillones, similares a las que te encuentras en un Starbucks, pegadas a las paredes, todo estaba iluminado con una tenue luz,  dándole un toque de intimidad al lugar.
En el medio se erigía un escenario donde cada noche se presentaban desde bandas hasta músicos solitas a los que Boris les brindaba la posibilidad de darse a conocer tocando en su club.
Estaba tomándome una copa cuando éste me pidió que le salvará la noche, mientras me arrastraba hasta un cuarto al costado del escenario me comunicó que la voz principal y guitarrista del grupo que se debía presentar esa noche había llamado diciendo que dejaba la banda sin dar más explicaciones. Luego supe que nadie que se considerara buen guitarrista y cantante se quedaba mucho tiempo con ellos, pues su sueño era hacerse famoso mientras que los demás miembros tocaban por puro hobbie.
A pesar de haberme negado rotundamente, diciendo que hace mucho tiempo no tocaba la guitarra,  lo cual en cierto sentido era cierto; ocurrió como en las películas que acostumbraba a mirar: terminé sobre  el escenario con una guitarra en mis manos, luego de haber ensayado improvisadamente con los chicos de la banda. Suspiré.
Mientras observaba a las personas sentadas en las mesas del bar, algunas mantenían  animadas conversaciones, mientras que otras colocaban su atención en nosotros, convirtiéndose  en un público atento.
Boris,  además de dueño, era a la vez barman y presentador. Tomó el micrófono e inclinándolo unos centímetros, tal si fuera la reencarnación de algún famoso cantante de rock,  presentó a la banda, que por cierto no tenía nombre.
La gente aplaudió más por respeto y educación que por entusiasmo.
El baterista marcó el tiempo golpeando sus baquetas entre sí y comenzaron a sonar los acordes de la canción que solía tocar con mi antigua banda en México, que agregamos al escaso repertorio de covers, para no terminar en una simple banda cliché. Me sorprendí al darme cuenta que estos chicos no eran ningunos improvisados y que sabían lo que hacían.
Mi voz rasposa y mi particular acento regio,  llamó la atención  de la totalidad de los clientes del bar, quienes comenzaron a mecer sus cabezas o marcar el ritmo golpeando sus pies en el piso.
Mis dedos iban de una cuerda a otra como si no hubiese dejado de ejecutar la guitarra hace más de un año. 
En ese instante, recordé lo bonito que sentía cuando tocaba en los pubs en Monterrey, lo reconocido que eramos entre los clientes asiduos. Incluso según Ignacio teníamos un club de fans en potencia. Sin embargo, no dejaba de ser solo un pasatiempo. 
Terminado el pequeño repertorio, la gente nos aplaudió sonriendo abiertamente y asintiendo.
Mi primera vez en público, después de tanto tiempo resultó ser un  éxito.
Los chicos de la banda me agradecieron la ayuda, y luego sentados frente a la barra no dejaban de invitarme, en realidad suplicarme que completara la banda como voz y guitarra.
―Pues porque no― dije.
―Huhu―, girtaron los tres a coro. 
―Una ronda para todos, esto hay que festejarlo― dijo el bajista, no recordaba su nombre.
Así fue como me convertí en miembro de una banda de estilo poprock, mi preferido además, la cual después de un gran debate llevaba por nombre  Escape Route. 
Y como consecuencia los fines de semana se volvieron una rutina, pero una rutina agradable de esas que quieres hacer por puro placer.
Empezamos a ser reconocidos entre la gente que concurría con frecuencia al bar, y está tría a más gente, que a su vez traía a más gente. De modo que nos convertimos en la banda local e incluso llegamos a ser teloneros de algunas bandas que venían a dar sus shows, lo que nos sirvió de trampolín para iniciar giras a otros bares del interior de Córdoba.
Por lo que la pregunta constante fue cuando sacaríamos nuestro demo.  Lo cual para mí  y los chicos de la banda, aún se encontraba muy lejos de realizarse. 

viernes, 7 de marzo de 2014

Romance en Mi menor: Capítulo 2- Argentina [Primera parte]

Capítulo 2

Argentina

Tres años  después:
Después de aquellos meses de ocio, tuvimos que volver a regañadientes  a la rutina. Retomamos las clases, el trabajo y la vida continuó su curso.
Ya han pasado tres años. “Como pasa el tiempo”, pensé. 
Coloqué la taza de café en una esquina del escritorio, me acomodé en la silla frente al mismo y encendí mi notebook. Ingrese a la casilla de correos electrónicos e hice click en el icono recibidos.  Entre ellos había uno que tenía todo mi interés. Cuyo asunto versaba en “Solicitud para curso de maestría". Mis ojos pasaron rápidamente por las palabras allí contenidas. En las que el regente me confirmaba y daba la noticia  de que, después de haber visto mí historial académico y teniendo en cuenta las buenas referencias que los profesores le habían hecho llegar- me daba la bienvenida a tal prestigiosa institución.
Pensar que hace unas semanas atrás mi vida estaba casi programada trabajaría en el prestigioso buffet de mi tío, llevaría una vida normal, dentro de los parámetros que mi familia considera lo es.
Después de las vacaciones, Ignacio había comenzado la carrera de arquitectura,  y Jorge se inscribió en la carrera de cineasta después de haber obtenido el certificado de finalización de la secundaria.

Buena forma de comenzar el año, graduado y ahora aceptado en una de las universidades más importantes de Córdoba, en la cual realizaría la maestría en Derechos Humanos.
De ahora en más mi vida tomaría un rumbo impredecible me gustaba como sonaba eso.
Durante los últimos meses, entre los últimos exámenes de la facultad, el trabajo mi vida era inmensamente aburrida, e incluso los fines se volvieron rutinarios, la pasábamos de fiesta en la casa de algún amigo, Ignacio terminaba bebiendo más de la cuenta y teníamos que llevarlo a su casa, Jorge que estaba de novio con Eugenia siempre la llevaba con él donde iba y yo… trataba de continuar mi vida.
A veces daba la impresión de ser arrogante, a pesar de que en las fotos que colgaban al muro el día después de la fiesta o quizás en el mismo instante en que la sacaban siempre aparecía en compañía de mujeres que me besaban en la mejilla, me abrazaban y daba la impresión de mujeriego y para nada arrogante,  sin embrago raramente eran ligues. No porque no tuviera oportunidad simplemente  llegué a un punto en que todas me parecían iguales y ninguna despertaba mi interés… y para ser sincero aun no podía sacarme de la cabeza a mí ex o en realidad lo que sucedió.
 Me sentaría bien un cambio, otro país, otras personas, otra vida.

Unas semanas después me encontraba en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez,  esperando la llamada de la azafata para abordar el vuelo hacia Argentina.
―Te vamos a extrañar Benja―. Expuso Jorge al tiempo que me encerraba en un gran abrazo.
― También los voy a extrañar.
― Escríbenos―.Pidió Ignacio, a la vez que también me abrazaba.
 ― Estamos en el siglo XXI, ahora existe Skype, muchachos.
― Pasajeros por favor abordar el vuelo número 1580, con destino a la ciudad de Buenos Aires, por favor. Muchas gracias―. Interrumpió la despedida la voz de la asistente de vuelo.
Abracé a mis mejores amigos una vez más  y les recordé, a mí manera,  cuanto los quería.  Y me dirigí a la fila de pasajeros que abordaban el mismo vuelo.
Una vez en el avión me acomodé en el asiento junto a la ventanilla, me coloqué los auriculares y tomé el obsequio que mis buenos amigos me habían hecho un ejemplar de la novela  La Sombra del Viento de Carlos Ruiz Zafón.
Me adentré en la lectura. Nueve  horas después me encontraba bajando del avión en tierras argentinas.
Luego  de recoger mi maleta,  y colgarme al hombro el estuche con mi Gibson recuerdo de las vacaciones en Playas Gemelas, me dirigí a la puerta de salida, tomé una gran bocanada de aire y con pasó decidido la crucé. Me subí a un taxi y le indiqué al conductor  la dirección de  Boris, un agradable puertorriqueño, que se convirtió en un buen amigo, luego de  pasar una temporada en México como estudiante de intercambio. Y años después la empresa para la que trabajaba lo había trasladado como gerente general de la sucursal que tenían en Argentina.
Amablemente se ofreció recogerme del aeropuerto, pero ya me parecía demasiado el hecho de que me brindará hospedaje en su casa, cuando se enteró de la noticia de que haría la maestría en su país. Pagué al taxista, dejándole una propina y baje frente a una bella casa, que confirmé por sus terminaciones era de estilo minimalista, el poder distinguir esos detalles  ocurre cuando tienes un amigo que realmente es un apasionado de su carrera, como Ignacio, ya lo echaba de menos.
Toqué el timbre y reconocí el particular acento de mi amigo al instante.
― Hola, ¿en qué puedo ayudarte?―. Averiguó.
― ¿Boris?―Tanteé, solo para confirmar.
― Benjamín, pasa chaval, pasa―. Me invitó, a la vez que un pitido acciono el  portón automático que cubría la casa. 
Boris seguía igual a como lo recordaba, con su cabello largo de rastas atado en rodete y su piel aceitunada. Lo salude con apretón de manos y me dirigió dentro de su casa. 
Me presentó a su mujer, una chaparrita de ojos claros, con la que se había casado hace dos años, por lo que pude observar  llevaba algunos meses de embarazo.
La casa era sencilla pero acogedora, rápidamente me sentí como en la mía. Realmente Rocío, era agradable, me sirvió un vaso de un jugo natural, aunque hubiese preferido un vaso con alguna bebida fuerte, igualmente se lo agradecí. Mientras tomaba un trago, Boris me ponía al corriente sobre su vida, a la vez que preguntaba por los chicos, por mi familia…

Después de la cena, disfruté de un tour por la ciudad, debo decir que no fue difícil sentirme atraído por los bellos paisajes, esculturas. Aunque mi Monterrey tiene lo suyo, no me sería difícil adaptarme.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Primer capítulo. Revelaciones.

¡Hola!
Vengo a dejarles el primer capítulo de Romance en Mí menor. 
Espero que lo disfruten.
No se olviden de dejar sus comentarios. 
Saludos. 

P/D: Si quieren leer la sinopsis pincha Aquí

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Primer capítulo:
Revelaciones:
     

Primer Capítulo: Revelaciones

Sol, playa, arena y chicas.

Según mis amigos era la perfecta combinación para relajarse y dejar atrás las penas.

Relajarme me era muy fácil, y además es imposible no hacerlo en las tranquilas aguas de Playas Gemelas. Lo que no significa que dejara de sentirme afligido. El motivo, no lo sé exactamente.

Comenzó cuando mi antigua novia me dejo. Sí, me dejo, después de que la descubriera engañándome. A primera vista, esto sonará a contradicción. Sin embargo, para mí las cosas son simples: en el momento en que te engaña, ya ha decido dejarte. Para otras personas, como mis amigos esto no suena tan grave “Te engañó y qué. Ya supéralo”. Me dicen a menudo. Lo intento, realmente lo intento. Pero cuando te entregas completamente a una persona, es difícil aceptar que te abandonen o peor aún comprender que en realidad nunca estuvo a tu lado.

“Los hombres, también, se enamoran”. Eso me quedó claro. Como consecuencia, ahora me mantenía a raya de cualquier emoción fuerte, y me convertí en una persona aprensiva en cuestiones relacionadas con el amor.

Tumbado en la reposera, con una refrescante bebida en mis manos, supuse que sería cuestión de tiempo el alejar tales sentimientos de mí.


— ¿Dónde estamos?―preguntó Jorge, el cineasta en potencia del grupo, devolviéndome a la realidad.

― Nos encontramos en Puerto Vallarta, precisamente en Playas Gemelas disfrutando de unas merecidas vacaciones―.Expliqué a la cámara de video de mi amigo.

― Cool―. Respondió éste, enfocando y filmando el paisaje. La fina arena blanca, las palmeras y las cristalinas aguas de suaves olas. ―Y ¿qué bebemos?―continuó, filmando ahora la bebida que sostenía en mi mano.

― Piña colada―respondió Ignacio―.Uniéndose a nosotros.

― Sabroso―asintió Jorge filmándose.

Se acomodó en su tumbona y dio un sorbo a su bebida dando por terminada la filmación de “Las Crónicas” de nuestro viaje. Al menos por el momento.

Mientras que Ignacio hizo lo mismo ocupando su lugar. Aunque no por mucho tiempo, ya que minutos después un grupo de chicas llamó su atención y disculpándose fue tras ellas.

Sonreí. Ya nos tenía acostumbrados a este tipo de escenas.

― Oye, ¿nos metemos al agua?―. Pregunté a Jorge.

―Vale―.Confirmó.

El agua se sentía bien. En una temperatura adecuada, que a mi cuerpo le resultó agradable, así que por primera vez, desde que habíamos dejado el D. F., comenzaba a relajarme de verdad.

― Unas carrerillas―.Me soltó, señalando con un movimiento de cabeza la longitud de mar que se extendía ante nosotros.

― Dale pues―. Acepté.

&

Luego de recorrer la gran variedad de galerías, boutiques y tiendas de recuerdos, en donde habíamos comprado los obsequios para nuestras familias, nos encontrábamos en uno de los restaurantes con vista a la playa. En el que servían desde mariscos a platos típicos mexicanos.

Las paredes eran de un color pastel en contraste con líneas en tonos naranjas y verdes, lo que le brindaba el toque de alegría al lugar. Las mesas eran de madera oscura con sillas a juego.

Optamos por sentarnos en una de las mesas del fondo. Pronto advertí que la mayoría de las mesas se encontraban ocupadas por turistas, en su mayoría grupos de amigos y algunas familias.

La camarera se acercó para tomar nuestros pedidos. El cual 10 minutos después se encontraba frente a nosotros.

Sin decir más, nos lanzamos sobre nuestras comidas. Después de un día de playa la consecuencia inevitable es terminar con un hambre atroz.

Sabía delicioso. Cuando calmamos el rugir de nuestras tripas, comenzamos a discutir acerca de que haríamos el resto de la tarde.

― Pues, la verdad, estoy algo cansado―.Explicó Jorge, estirándose en señal de haber terminado su comida.

― Sí, también yo―coincidí.

― Pues, vale―.Dijo Ignacio, mientras hacia una señal a la camarera para pedir la cuenta.

La pagamos y salimos del restaurante, dirigiéndonos al hotel, que quedaba a unas pocas cuadras de allí.

Al llegar saludamos al recepcionista del hotel. Quien nos respondió con un asentimiento de cabeza.

Nuestra habitación se encontraba en el primer piso, así que decidimos subir por las escaleras y cinco minutos después me encontraba colocando la llave en la cerradura y abriendo la puerta.

Me desplomé en la cama, y tomé el control del televisor, comencé a hacer zapping por los canales, hasta encontrar un canal de deportes que estaba, justo en ese instante, pasando un resumen del último partido de los rayados, mi equipo de futbol, en realidad en de los tres.

Jorge, se sentó en el escritorio improvisado, acercando su cama hasta la cómoda y encendió su laptop para realizar el trabajo de edición de los videos que grabó los últimos días.

Ignacio se hallaba en el baño.

Supongo que me quede dormido, porque sentí el golpe de una almohada sobre mi rostro, me sentí desorientado por un momento, luego al enfocar mis ojos me encontré de lleno con el rostro de Ignacio.

― Salte de encima, pendejo―. Pedí, sonando molesto. Ante lo cual éste se alejó levantando sus manos en señal de: no he hecho nada malo.

Se sentó en el sofá y encendió un cigarrillo.

Me senté en la cama, estirando mis músculos provocando un leve sonido al crujir.

Jorge se encontraba frente al espejo dando forma a su peinado, una cresta de color rojo.

Cuando estuvo conforme me cedió el turno del baño.

Cerré la puerta y me quité la ropa, metiéndome bajo la ducha. Aunque generalmente me tomó mi tiempo está vez me apresuré, ya que quería disfrutar hasta el último minuto de estas vacaciones.

Me coloqué mi camisa a cuadros negra y gris, mis jeans de color azul y mis borcegos. En media hora estuve listo y salimos del hotel a seguir recorriendo la ciudad.

Nos encontrábamos caminando por las veredas y deteniéndonos de vez en cuando frente a los escaparates de las tiendas, las cuales iban desde marcas de renombre hasta otras poco conocidas.

Mientras observábamos como un artista callejero pintaba el retrato de una pareja, me sobresalté al oír una voz grave de mujer que declamó:

―Lágrimas se derraman esta noche, amargas lágrimas que un deseo cumplirá. El escepticismo que una desagradable experiencia originó, cesará... Y nada podrá impedir que los complementos se unan.

Me estremecí al mirar a mi izquierda y ver una mujer de rulos despeinados, los que intentaba contener debajo de una pañoleta, cuya mirada pérdida me causó aún más escalofríos. La misma se encontraba detrás de una mesita circular sobre la cual se encontraban unas especies de cartas… de tarot ¿creo?

Al levantar la vista nuevamente hacia ella, sus ojos estaban fijos en mí. Fue extraño, ya que nadie parecía darse cuenta de su presencia, ya que toda la gente incluso mis amigos se concentraron alrededor del pintor, estaban absortos observándolo, siendo el único que me encontraba frente a la vaticinadora.

― Ese tipo sí que es un artista, no ¿crees?― dijo Ignacio.

Asentí. Sin quitar los ojos de aquella extraña mujer, que ahora se encontraba ordenando sus cartas tal como si nada hubiese ocurrido.

De acuerdo a mi escaso conocimiento sobre el tema llegué a la conclusión de que lo que le había sucedido a la mujer fue que tuvo una revelación y que la misma iba dirigida a mí, eso seguro. Pero qué significaban esas palabras no lo sabía.

Sacudí mi cabeza y continuamos el camino, dejando atrás tal extraño suceso.



Algo que me caracteriza es que pierdo totalmente la noción del tiempo en cuanto piso una tienda de instrumentos musicales. Así que mis amigos prefirieron seguir su camino y dejarme con mi afición.

Una hermosa Gibson negra, reposaba sobre un estante, me aproximé hasta ella y la observé detenidamente. En menos de un segundo tuve a un eficiente vendedor dándome las características técnicas. Las cuales me sabía al derecho y al revés.

― Es una bonita guitarra eléctrica, una Gibson SG Standard. Su cuerpo es de caoba, adhesivo Franklin Titebond 50, el cabezal cuenta con el logotipo de “Gibson” en color perla, con cubierta negra y blanca y las impresiones del logo y la palabra “SG”. Además el cuello que también es de Caoba, es ajustable, la junta angular de 4,25° (+ / - 15 segundos)…

Parecía estar dando una clase. Intentaba convencerme de que la comprase, pero yo había tomado la decisión en cuanto la vi: la quería.

― La llevó―.Dije, interrumpiendo su detallada explicación―. ¿Aceptan tarjeta de crédito?―. Averigüé. El vendedor se asombró por mi comentario, pero se recompuso rápidamente, tomando la actitud de vendedor del mes.

― Sí, aceptamos tarjeta de crédito señor…?

― Andrade. Benjamín Andrade.

― Muy bien señor Andrade, sígame por aquí, por favor. El estuche viene incluido con la compra de la misma―.Continuó explicando, mientras me guiaba a su escritorio para completar los datos necesarios.

Quince minutos después la Gibson de mis sueños era toda mía.

Salí de la tienda, en busca de mis amigos.

Al verla, me recordaron a los perros de Pavlov, babeaban por la guitarra que acababa de adquirir.

― Esta padrísima. ―Enunció, un Ignacio bastante entusiasmado―.

― Hasta que por fin la has comprado―me sonrío Jorge―.Entonces, está confirmado que te abocarás de lleno a la música―.Continuó.

― Es un pasatiempo que me apasiona y mucho, pero antes voy a terminar la carrera. Que también me apasiona.

― Hablando de carreras. Me he decido y me inscribiré en Arquitectura― pronunció Ignacio.

― Y yo daré las últimas materias para terminar la prepa y me inscribiré en la carrera de cineasta―.Indicó Jorge.

Sí, está era una de nuestras típicas conversaciones. Ser joven, no es solo sinónimo de fiestas, alcohol y mujeres. En lo que respecta a mis amigos y yo, no es que no la pasemos de fiesta en fiesta y mucho menos que nos mantengamos alejados del alcohol, lo que es imposible en el caso de Ignacio. Pero lo que tenemos en común es el hecho de no dejar de lado las responsabilidades, durante años comprobamos que se podía disfrutar de ambas cosas.

Sí, disfrutar. En el fondo los tres éramos buenos estudiantes. Y leíamos, leíamos mucho, además.

Mi inclinación por la lectura comenzó de niño cuando en mis manos cayó un ejemplar de la novela de Stephen King, Pet Sematary. Desde ese momento se convirtió en mi escritor favorito. El tipo es un genio.

Así que no es extraño que tuviéramos estas conversaciones mientras nos encontrábamos en una playa, con la luna en lo alto, reflejándose en las tranquilas aguas. Mientras bebíamos. Combinación perfecta, señores.

Escuchamos un tenue sonido de música, que quizá provenía de alguna fiesta privada. Pero privada significa para nosotros estas invitado, ¡ven!

Intercambiamos miradas, mientras nos levantábamos y sacudíamos la arena pegada en la parte trasera de nuestros pantalones y seguimos el sonido de la música. Y sí, definitivamente, era una fiesta privada. Pero de esas en las que nadie contrala quien entra y quién sale. Seguro que el anfitrión es alguien con mucho dinero para despilfarrar.

― ¡Qué bien!―dijimos a coro, al tiempo que entrabamos a la fiesta.

Nos hicimos con bebidas y disfrutamos de la fiesta gratuita. Estas vacaciones definitivamente quedarán como una de las mejores que hemos tenido.

martes, 4 de marzo de 2014

Romance en Mí Menor~Reseña

Reseña:  

Ella: un bolígrafo y un gastado cuaderno de hojas amarillentas. 
Yo: una guitarra y una voz rasposa con acento regiomontano.


Cuando la vi, con su mirada puesta en algún punto en el espacio, sus largas pestañas y su lacio cabello castaño meciéndose suavemente debido a la brisa que se colaba por las ventanillas abiertas del autobús.  Sentí una intensa sensación que me golpeo con fuerza.

Sí durante todo ese tiempo pensé que el amor a primera vista no era más que un mito, lo que sentí lo desmentía totalmente.



Titulo: Romance en Mí Menor
Género: Romántico juvenil. 




Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta historia sin permiso del autor.

Todos los derechos reservados. 
Obra registrada en Safe Creative

Código:1411042474510

lunes, 3 de marzo de 2014

Booktráiler/Romance en Mí menor

Booktráiler

Hola. 
He vuelto. :) 

En está ocasión vengo a compartir el fantrailer (no oficial) de una de las novelas de mi autoría la que lleva por nombre "Romance en Mí menor"

Es el primer vídeo que realizo y estoy contenta con el resultado. Sé que puede tener algún que otro error, pero la intención es lo que vale, ¿no? :D  


Para ver el vídeo haz click aquí.
No se olviden de darle me gusta, y si pueden suscribirse al canal y compartir se los agradecería infinitamente.
P/D: Otro regalito más, para que puedan conocer un poco al protagonista de esta historia.


"Así fue como se terminó mi relación. Así fue como me convertí en una persona satírica e insensible en cuestiones del amor. Lo cual no era más que un intento de defensa.
Esa noche comprendí que las lágrimas eran la mejor medicina para calmar el dolor. Esa noche fue especial para mí, pero de una forma negativa, convirtiéndose en un día que no deseaba recordar. Pero que no podría olvidar."



¡Gracias!

Besos.